Es difícil dar un veredicto acerca de las ciudades más lindas de Andalucía, porque todas ellas tienen algo que deja enamorado a los visitantes. La mayoría refleja una historia centenaria de convivencia pacífica entre judíos y musulmanes, y un legado que se extiende hasta el presente. Fueron ocho siglos hasta la llegada de los reyes católicos, un período que resultó sumamente prolífico facilitando el desarrollo de las artes y la ciencia.
Con la reconquista, muchas mezquitas se transformaron en catedrales, los alcázares en palacios y los barrios judíos dejaron de existir. Pero actualmente las huellas musulmanas, judías y cristianas se confunden en un único trazado que emerge claramente en varias ciudades de Andalucía...
CÓRDOBA, EN ANDALUCÍA.
Los campos de olivos que acompañan la ruta desde Madrid a Andalucía constituyen un excelente preludio a Córdoba, en Andalucía, cuyas arterias están flanqueadas por naranjos. Los aromas se mezclan como las culturas en el pasado y originan una urbe llena de contrastes.
Así lo demuestra la Santa Iglesia Catedral o Antigua Mezquita de Córdoba, una rara simbiosis entre cristianismo e islamismo, donde los crucifijos están enmarcados por los arcos mudéjar, el órgano yace bajo los techos trabajados como filigranas y el espacio jalonado por cientos de columnas unidas por arcadas en rojo y blanco sirven de punto de partida a los claustros y capillas, coronadas por la torre-campanario que alguna vez funcionó como minarete de la antigua mezquita.
Si bien data del siglo VIII, la construcción sufrió diversas ampliaciones, la última de las cuales correspondió a finales del siglo X. De esto resulta un mosaico estilístico donde conviven el hispanomusulmán, el renacentismo, hispanoflamenco, protobarroco. Además, es una muestra de los tiempos de gloria de Córdoba, cuando funcionaba como la capital de Al Ándalus y era morada de más de un millón de habitantes, 60 mil edificios, 80 colegios, 3 universidades y una biblioteca con 700 mil volúmenes.
El trazado abigarrado de calles estrechas de no más de dos metros de ancho conforma un racimo desordenado con algunas viviendas de paredes blancas por donde se asoman las típicas ventanas andaluzas de hierro forjado y macetas floridas. La antigua Judería es un fiel ejemplo de esa fisonomía, donde una placa recuerda a Maimónides, uno de los más grandes filósofos judíos que también dejó un legado importante para la medicina.
VIAJE A SEVILLA.
Hacemos un viaje a Sevilla, ubicada a la vera del río Guadalquivir. Se trata de una ciudad que conserva algunos edificios de antaño, pero que también le ha sido fiel a la modernidad.
La simbiosis cultural se sintió fuerte en esta ciudad, donde aún yace el Alcázar, un enorme edificio declarado Patrimonio de la Humanidad. En verdad se trata de un conjunto de palacios de estilo mudéjar cuyos cimientos fueron puestos en 913 y luego se sumaron a lo largo del tiempo otras formas y estilos. Sin embargo, el hilo conductor es el legado musulmán que se deja ver en sus azulejos, en sus grandes arcos delicadamente trabajados como filigranas en yeso, en sus techos con detalles casi imperceptibles a los ojos y en sus paredes donde se aprecian algunos pasajes del Corán. Incontables salas que se suceden unas a otras y se abren hacia jardines siempre verdes y floridos gracias al clima benigno que tiene a zona o a los patios internos engalanados por fuentes.
Para rememorar los tiempos medievales, nada más apropiado que contratar un carro tirado por caballos para recorrer las calles de Sevilla hasta desembocar en otro imponente edificio: la Catedral y Giralda. Es un gigante que se abre en medio de la urbe con su impactante fisonomía gótica que se alza casi tocando el cielo y se expande cubriendo un área de 23.500 m². Si bien por sus líneas es inconfundiblemente un edificio cristiano, también porta una huella musulmana en su Giralda, luego devenida campanario, pues de 1148 a 1248 funcionó como mezquita.
Antes de perderse por el intrincado ejido urbano, es necesaria una visita a la Plaza de España, con sus diversos edificios que recuerdan a los países que participaron de la Exposición Iberoamericana de 1929.
También vale una recorrida por la Plaza de Toros, que contiene un museo con colección de trajes, fotos y cuadros. Luego, nada mejor que un paseo por la animada calle Tetuán para comprar algo de ropa mientras se disfruta de las castañas asadas que se venden al paso.
GRANADA Y LA ALHAMBRA.
La Alhambra es la postal más conocida de Granada. Palacio, ciudadela y fortaleza, residencia de los sultanes nazaríes y de los altos funcionarios, servidores de la corte y soldados de elite, actualmente es un monumento de gran valor arquitectónico que exhibe el estilo mudéjar. Sus cuatro áreas, los palacios, la zona militar o Alcazaba, la ciudad o Medina y la finca agraria del Generalife, están enmarcadas por zonas boscosas, jardines y huertas.
Para apreciar los valores arquitectónicos y paisajísticos de la Alhambra es aconsejable acercarse al barrio del Albaicín (Mirador de San Nicolás), o al Sacromonte. Desde ellos puede percibirse la espectacular relación de la Alhambra con el territorio y la ciudad de Granada.