El Parque Provincial Ischigualasto, también conocido como el Valle de la Luna, ubicado al norte de la provincia de San Juan; y el Parque Nacional Talampaya, situado en La Rioja, se extienden más de 275 mil ha. en la región desértica que limita al oeste con las Sierras Pampeanas.
Ischigualasto y Talampaya: fósiles que hablan de historia
Ambos destinos son de gran atractivo turístico y científico por su valor geológico y paleontológico. En sus tierras se albergan sedimentos con restos fósiles que datan de unos 245 millones de años y permiten comprender la vida de los dinosaurios.
De este modo, los viajeros que visiten el lugar podrán remontarse al momento en que existía un supercontinente, la Pangea. Podrán también explorar el Valle de la Luna, que fue dividido en cinco sectores para facilitar las visitas a lo largo de 40 km. La primera estación del circuito es conocida como El Gusano debido a una extraña geoforma que sobresale en el terreno; la segunda es el Valle Pintado, una gran depresión del terreno que tiene aspecto lunar –e inspiró el nombre Valle de la Luna–; la tercera, La Cancha de Bochas, donde se hallan piedras perfectamente redondas, formadas hace 228 millones de años; El Submarino, ubicado en lo más alto del circuito; y por último, la quinta estación llamada El Hongo, es la imagen emblemática del parque, desde donde se puede observar la formación Los Colorados.
Los turistas también tienen la posibilidad de experimentar un paseo nocturno con luna nueva y luna llena en el Parque Ischigualasto, o realizar trekking hacia el cerro Morado.
Por otro lado, el cañón de Talampaya es el principal atractivo del parque homónimo, debido a las impresionantes columnas rojizas de 150 m., geoformas y petroglifos que se pueden apreciar.
El parque se divide en tres circuitos: El Murallón, que comienza con unos petroglifos tallados en piedra por antiguas culturas indígenas; Los Cajones, que concluye en Los Pizarrones, un extenso mural de 15 m. de largo con antiguos grabados indígenas; y La Ciudad Perdida, que demanda un recorrido de 6 horas en camioneta y a pie.
En noviembre de 2000, ambos parques fueron declarados por la Unesco como Sitio Natural Patrimonio de la Humanidad, debido a su importancia paleontológica y geológica. Al presentar la más completa secuencia de rocas sedimentarias con fósiles vertebrados, se ha podido documentar cómo fue la vida en nuestro planeta durante el período Triásico.
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