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Ciudad de almas y neones

Tokio, la capital de Japón, asombra con sus imponentes y modernos edificios, sus amplios parques naturales y sus tradicionales templos religiosos. La combinación resultante conforma una fascinante fisonomía en la que conviven lo espiritual y lo material en iguales proporciones.

Considerada la ciudad más poblada del planeta –con 38 millones de habitantes en toda su dimensión, según datos de la ONU–, Tokio se presenta ante el visitante como apabullante e inabarcable. Asusta.

Son tantos sus perfiles, aspectos y atractivos, que una primera estadía exige ser organizada con minuciosidad así al menos se pueden conocer las principales características que definen su esencia.

Ubicada al este de la isla, el centro de la capital japonesa está compuesto por 23 distritos en los que conviven 12 millones de personas. Su milenaria historia y su pujante presente se pueden percibir en la atrapante fisonomía de sus calles, donde antiguos templos y santuarios son vecinos de modernísimas torres y edificios de vanguardia.

En ese contexto, a pesar de sus perfectas redes de ferrocarril, subte y ómnibus, no es fácil recorrerla. Al no existir una zona céntrica principal, sino varias ubicadas en los diferentes distritos, lo aconsejable es, al menos durante la primera jornada de la estadía, tomar una excursión y obtener un pantallazo general de las distintas áreas para luego, sí, ir conociéndolas de forma individual.

EL FUTURO MILENARIO.

Un buen punto de partida es el edificio del Gobierno Metropolitano, de 243 m. de altura, que tiene dos torres, cada una con un observatorio panorámico a 202 m., desde los cuales –de forma gratuita– es posible disfrutar de magníficas vistas de la metrópoli, el jardín interior del santuario Meiji; el Palacio Imperial, la bahía y, apenas perceptible en el sudoeste, la cima del monte Fuji.

Otra alternativa para apreciar una deslumbrante panorámica es la conocida Torre de Tokio. Con su diseño inspirado en la Torre Eiffel, alcanza los 333 m. de altura y, aunque inicialmente fue concebida como torre de transmisión de radio y televisión, hoy es considerada un símbolo del renacimiento del país como potencia económica mundial.

Cuenta con dos observatorios: el Principal, a los 150 m., donde hay proyecciones de mapping, exposiciones y un área de lookdown windows ideal para los más osados; y el Especial, a 250 m., que amplía la vista y hasta dispone de un santuario.

Aunque durante el día la torre no cambia el blanco y rojo de su estructura, en la noche se transforma en una atracción de luces con más de 276 bombillas encendidas con tonos que cambian según la estación del año.

Asimismo, se puede optar por el observatorio Tembo de la torre Skytree, localizada en el barrio de Sumida. Inaugurada en 2012, con sus 634 m. es la estructura más alta de la urbe, en tanto el mencionado mirador está situado a 350 m., mientras que hay otro 100 m. más arriba, además de un sector de piso acristalado ideal para las selfies.

Volviendo a la superficie, el recorrido puede continuar en el área comercial de Ginza, situada en un extremo de la estación central de trenes. Aquí, en esta zona de amplias avenidas con enormes letreros luminosos, es donde el poderío tecnológico se muestra con opulencia en cientos de locales y edificios, tal el caso del Sony Building y el sorprendente Apple Store.

A la vez, es posible asistir al Teatro Kabuki-Za, de preciosa arquitectura y funciones diarias; y conocer el edificio Wako, con su enorme reloj y un marcado corte occidental. Fue construido en 1932 y se encuentra situado en el cruce entre Chuo y Harumi Dori, las dos avenidas principales de Ginza.

Continuando, en las adyacencias de la estación de trenes Harajuku irrumpe la avenida Takeshita-dori, centro neurálgico del Tokio más moderno y lugar preferido de los adolescentes que, junto a los turistas, pasean entre las tiendas de ropa de alto diseño y los bares de todo tipo.

En las cercanías está ubicado el Museo Ota, que atesora una extraordinaria colección de 12 mil xilografías y, a pocas cuadras, al lado del Santuario Togo, un hermoso mercado de antigüedades.

Otro lugar sumamente interesante es el cruce de Shibuya, que se encuentra delante de la estación del mismo nombre, famoso por ser el más atestado del mundo. Cuando los semáforos sincronizan en rojo, una marea humana atraviesa la intersección de las calles pero, asombrosamente, sin que se produzcan empujones o –mucho menos– escenas violentas. Al atardecer, el espectáculo se torna más impresionante debido al resplandor de los millones de neones y pantallas LED.

JARDINES Y TRENES VOLADORES.

La naturaleza también tiene su lugar en la capital de Japón. Y como ejemplo basta con recorrer el Jardín Nacional Shinjuku, en cuyas 60. ha. hay cerezos, almendros, un invernadero de plantas y flores tropicales, un jardín de azaleas, una espléndida exposición de crisantemos –que es la flor nacional– y más de 2.000 árboles.

Asimismo, entre varios otros bellísimos parques figura el Jardín Oriental del Palacio Imperial, que actualmente admite visitantes; y el Parque Yoyogi, que albergó a la Villa Olímpica cuando Tokio fue sede de los Juegos en 1964 y donde los domingos demuestran sus habilidades mimos, bailarines, acróbatas y músicos.

Volviendo a la zona urbana, no hay que dejar de subirse a un tren y comprobar por qué los ferrocarriles japoneses son los más modernos, veloces, eficaces y puntuales del mundo.

Entre uno y otro paseo es obligatorio presenciar, al menos una vez, una de las imperdibles obras de teatro tradicional japonés y maravillarse con el fascinante vestuario y maquillaje de los actores.

A la vez, vale la pena concurrir a una disputa del tradicional sumo, la lucha con más de 1.300 años de antigüedad y deporte nacional de Japón. Se puede asistir a los estadios donde se practica desde la mañana, pero es entre las tres y las seis de la tarde cuando aparecen los mejores luchadores.

También la bahía de Tokio y Odaiba merecen ser conocidas, ya que se trata de una zona ganada al mar en la que abundan centros comerciales y parques temáticos futuristas.

ESPÍRITUS EN EL MUNDO MATERIAL.

La mayoría de los japoneses practica el sintoísmo, antigua creencia en los espíritus de la naturaleza que actualmente pone el acento en la pureza de la conducta y el bienestar corporal. Esta disciplina religiosa se practica en cientos de templos, de los cuales el más popular es el Asakusa Kannon. Es aconsejable llegar a sus instalaciones al atardecer, cuando en la entrada comienzan a prepararse exquisitos platos tradicionales y los visitantes son recibidos con números teatrales.

En las cercanías está el famoso parque de Ueno, uno de los más grandes de Tokio, donde hay cientos de árboles de cerezo y en el cual se sitúan varios museos importantes.

Uno de ellos es el Museo Nacional de Tokio, formado por varios edificios donde se exhibe la mayor colección de obras de arte y de hallazgos arqueológicos asiáticos y japoneses.

Además, dentro del parque funcionan el Museo Nacional de Ciencias Naturales, el National Museum of Western Art, el Tokyo Metropolitan Teien Art Museum y el Shitamachi History Museum.

Otro sitio de interés es Sensoji, el templo budista más antiguo de Tokio, situado en el barrio de Asakusa.

El santuario Meiji, por su parte, es el centro nacional de la religión sintoísta. Sus enormes puertas son de madera de cipreses de 1.700 años de antigüedad, mientras que más de cien mil plantas –enviadas en su momento de todo el país– forman un original bosque en los alrededores.

Otros edificios religiosos que merecen ser conocidos son el santuario Hanazono, el Hie Jinja, uno de los más pintorescos; el templo Sorenji y el santuario Toshugu, que cuenta con un maravilloso sendero flanqueado por 200 faroles de piedra y bronce.

En todos los casos hay que cumplir con ciertas reglas durante la visita: lavarse las manos en las fuentes ubicadas en las entradas, enjuagarse la boca, depositar una moneda en la caja de las ofrendas e inclinarse suavemente un par de veces antes del ingreso.

Así es Tokio, la ciudad cuyo presente es una muestra permanente de su pasado y de un futuro que aún no existe en el resto del mundo.

TIPS PARA EL VIAJERO

Cómo moverse: Tokio cuenta con 13 líneas de metro, que es el transporte ideal para moverse entre los principales atractivos.

Moneda: yen. 100 yenes equivalen a US$ 0,88. Hay monedas de 1, 5, 10, 50, 100 y 500 yenes; y billetes de 1.000, 2.000, 5.000 y 10.000 yenes.

Es aconsejable disponer siempre de suficiente dinero en efectivo, ya que hay numerosos locales que no aceptan las tarjetas de crédito.

Informes: www.gotokyo.org

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