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Experiencias

El Calafate: relatos de un pueblo en flor

El Calafate, en la Patagonia argentina se ha constituido como la base de operaciones para realizar diferentes excursiones al Parque Nacional Los Glaciares.

A unos 3 mil km. al sur de la ciudad de Buenos Aires, en el sudoeste de Santa Cruz, recostado sobre la margen del lago Argentino, late un pueblo conocido como “la puerta de entrada al mundo de los hielos continentales”.

Dicho de este modo parece un dato meramente informativo, pero sus más de 20 mil habitantes saben perfectamente lo que eso significa. El Parque Nacional Los Glaciares es un tesoro único que preservan y admiran. Y la buena noticia es que están dispuestos a compartirlo con el resto de la humanidad.

La villa turística de El Calafate, emplazada al pie del cerro homónimo y a orillas del Lago Argentino, el de mayor superficie del país con 1.600 km², surgió a principios del siglo XX como uno de los paradores a la vera de los arroyos y del resguardo del viento, en los indómitos caminos patagónicos. Con el correr del tiempo el desolado paraje pasó a denominarse “Mata Grande” o “El Calafate”, originando así una posta que más tarde se convertiría en un pueblo al que desde hace unos años llegan turistas de todos los rincones del planeta.

Decenas de atractivos en El Calafate

Cualquiera sea la época del año, este pueblito, custodio de los gigantes naturales, atrae por igual la atención de japoneses, colombianos y brasileños, entre otros turistas que han transformado a El Calafate en la base de operaciones para realizar diversas excursiones que prometen un acercamiento profundo a los glaciares.

Pero el viajero no debe anticiparse. Para el broche de oro hay tiempo. Por eso, antes de llegar al parque nacional se detallan aquí algunos atractivos imperdibles en las cercanías de la localidad.

Una de las alternativas es comenzar con una visita al Centro de Interpretación Histórica, una interesante muestra que resume 100 millones de años del pasado regional a través de réplicas de fósiles y fotos, que permiten al visitante conocer los orígenes de la Patagonia argentina.

En la misma línea, el Museo Regional de El Calafate y el Centro Administrativo “Parque Nacional Los Glaciares” permiten al visitante tomar contacto con la historia más reciente del poblado a través de material arqueológico, paleontológico y fotográfico.

AVENTURA EN LOS ALREDEDORES.
Si bien es cierto que las visitas de ciudad brindan una idea cabal de los atractivos que el viajero irá descubriendo a medida que avanza su estadía, siempre hay espíritus más aventureros que optan por tomar contacto directo con los inigualables paisajes y el viento patagónico.

Los más intrépidos se sentirán a sus anchas realizando una travesía en vehículo 4x4 que parte de la ciudad hacia el cerro Hualiche, en un ascenso que alcanza los 900 m. de altura y en el cual es posible obtener vistas panorámicas de El Calafate, el lago Argentino y los cerros Torre y Fitz Roy. A medida que se gana en elevación se realizan paradas donde el viajero tomará contacto directo con rocas sedimentarias, astillas de madera petrificada y ostras marinas. Al finalizar, los expedicionarios son agasajados con un suculento almuerzo criollo en un legendario parador a la vera del camino.

Otra de las alternativas que entusiasma a los paseantes es realizar cabalgatas. Esta modalidad permite contemplar el entorno de un modo activo y en comunión con la naturaleza. Varias son las opciones que los prestadores de servicios ponen a su disposición.

En el caso de los itinerarios más cortos, una de las propuestas es recorrer la bahía Redonda bordeando la costa del lago Argentino, donde se observan aves patagónicas, como los flamencos y los cisnes de cuello negro, para luego disfrutar de vistas de El Calafate desde los cerros circundantes. En cuanto a travesías más largas, la cabalgata denominada “Puesto La Rosada - Paso Zamora - Límite con Chile”, se realiza desde la estancia Lago Roca, remontando el río, cruzando valles y arroyos para llegar al puesto La Rosada. Allí los viajeros acamparán y al día siguiente emprenderán el regreso para observar el macizo del Paine y el brazo sur del lago Argentino.

EL PRIMER ACERCAMIENTO.

Luego de tener un panorama general de la ciudad y de sus alrededores, la ansiedad crecerá y el pasajero ultimará detalles para emprender la visita al Parque Nacional. Es recomendable tener en cuenta algunos datos que le permitan dimensionar la maravilla a la que se aproxima.
El Parque Nacional Los Glaciares está ubicado en una región del territorio argentino conocida como Andes Australes. Por su belleza natural es único en el mundo y fue declarado Patrimonio Mundial por la Unesco en 1981. Comprende una superficie de 724 mil ha. y debe su nombre a la presencia de numerosos glaciares que se originan en el Campo de Hielo Patagónico -el manto de hielo más grande del mundo después de la Antártida-, el cual ocupa casi la mitad de la superficie total del terreno. Este campo sustenta 47 glaciares de gran tamaño, pero a su vez existen más de 200 de menor magnitud que son independientes.
Una vez que el excursionista deja el pueblo dispuesto a recorrer los 80 km. que lo separan del punto de máximo esplendor, en el camino irá descubriendo la amplia estepa patagónica. Luego de atravesar la entrada al parque, la paleta cromática se tiñe del rojo que proviene de los notros, un árbol característico del bosque andino-patagónico, así como de ñires, guindos y lengas. Un poco más adelante, en un abrir y cerrar de ojos, ¨La curva de los suspiros¨ regala la primera vista general del Perito, y
más adelante, en el ingreso a la península de Magallanes, comienzan las pasarelas y escalinatas que sitúan a los visitantes frente a él.
Seguramente allí alguno de los guías explicará que es un glaciar y por qué éste en particular es tan reconocido. Vale recordar que si bien las grandes masas de hielo suelen encontrarse en nuestro planeta a más de 2.500 m.s.n.m., los glaciares de Santa Cruz tienen su origen a solo 1.500 m.s.n.m. y descienden hasta los 200 m.s.n.m., permitiendo un acceso y visualización única en el mundo.
En el caso del Perito Moreno, que se localiza en la zona sur del parque, debe su fama a su continuo movimiento, el cual produce un fenómeno cíclico de avance y retroceso con desprendimientos espectaculares de su frente de hielo. Este frente tiene una altura máxima de 60 m. y los constantes desprendimientos generan impresionantes estruendos.

EXCURSIONES.
En los últimos años, el parque ha incrementado notablemente su caudal de visitantes y, en tanto, han surgido diferentes itinerarios para recorrerlo, ya sea de manera libre, en vehículos particulares o bien tomando alguna de las propuestas que las empresas de turismo han elaborado.
En el caso de las excursiones, el ‘’Safari Náutico’’ es un clásico imperdible. Se trata de una navegación de una hora por el lago Rico que permite apreciar los bloques que se desprenden del Perito Moreno, llegando hasta el extremo sur del canal de Los Témpanos. El barco se ubica a una distancia prudencial de la pared del glaciar; recorriéndolo en toda su extensión.
‘’Moreno Fiesta’’ es otra de las propuestas de navegación de una hora. En este caso la excursión parte desde el muelle ubicado sobre el canal de Los Témpanos y recorre la pared norte del Perito.
Otra de las espectaculares alternativas de navegación es la que incluye pernocte a bordo. La excursión comienza en el paraje Punta Banderas y toma el brazo norte del lago Argentino para observar el glaciar Upsala y luego el Spegazzini. Por la tarde en el Puesto de Vacas los pasajeros descienden para apreciar desde tierra los imponentes paisajes del parque. La navegación continúa por el brazo norte y el canal de Los Témpanos. Al día siguiente se accede al frente del Perito Moreno, donde se almuerza, para luego emprender el regreso.
En el caso de las excursiones que incluyen una caminata sobre el glaciar, la denominada ‘’Minitrekking’’ que propone la empresa Hielo & Aventura concita gran interés en los visitantes, quienes se embarcan para cruzar el brazo Rico y acceder a un refugio luego de una caminata de 20 minutos. Los guías colocarán los grampones para realizar la esperada caminata de dos horas sobre el glaciar. Al regreso, los excursionistas comparten un almuerzo.
Estas son solo algunas de las maneras que dispone el viajero para conocer y disfrutar de uno de los espectáculos naturales más impresionantes que jamás haya imaginado. Y en el instante en que se haya consumado el hecho, cuando las palabras no alcancen para expresar las sensaciones, se dará cuenta de que, si bien los habitantes de la región cumplen con la noble tarea de custodiarlo, finalmente es la naturaleza quien comparte esta maravilla con todos.

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