No cabe más en tan poco espacio. Porque es difícil encontrar tantas maravillas tan cerca una de otra. El País Vasco, también llamado Euskadi, es el lugar ideal para disfrutar, en poco tiempo, de numerosos atractivos: un paisaje diverso, un clima benévolo, una cultura milenaria, una afamada gastronomía. En el recorrido el turista siempre irá acompañado del color verde –que forma parte del escenario incomparable de sus montañas y valles–, y el azul del mar. Podrá comprobar que la población vasca mantiene un fuerte vínculo con estos medios naturales: la tierra y el mar. Ambos han determinado una forma de ser que se proyecta en su idiosincrasia, patentizada en costumbres enraizadas, rica cultura, deportes autóctonos, etcétera.
Un tesoro generosamente compartido al mundo
Para entender mejor la naturaleza de su gente, es importante además que el visitante se funda con sus tradiciones, que recorra sus puertos pesqueros, que viva el mundo rural. En la costa es posible comprobar cómo el mar Cantábrico ha marcado la personalidad de los pueblos cercanos a él. Igualmente, será posible percibir las diferencias que existen con los habitantes del interior. Por otra parte, al tomar contacto con la historia de los personajes ilustres que han ido tejiendo la personalidad de este pueblo, quien lo visite descubrirá cómo se ha ido gestando su carácter marinero, industrial y agrícola, siempre diverso y emprendedor.
Así como son de interesantes sus pueblos costeros y del interior, lo mismo aplica para sus capitales. Bilbao sorprende con su transformación de ciudad industrial a metrópoli de vanguardia que reúne a las grandes figuras de la arquitectura internacional. Mientras que Donostia/San Sebastián, exquisita y única, seduce por su marco bello y señorial.
BILBAO, UNA CIUDAD DE DISEÑO EN TORNO AL GUGGENHEIM.
Si alguna ciudad es hoy referente turístico incuestionable en el País Vasco, ésa es Bilbao. Su reconversión, de potencia industrial a modelo de ciudad concebida para ser vivida, resulta sorprendente. Todo empezó a girar en torno al Museo Guggenheim Bilbao: con el “efecto Guggenheim” la proyección internacional de Bilbao ha sido de gran magnitud.
La impresionante arquitectura de Frank Gehry no dejará a nadie indiferente, así como su variada pinacoteca, una muestra incomparable de arte contemporáneo.
Frente al museo es posible observar a Puppy, su mascota, el perro floral que es obra de Jeff Koons, ideal para dedicarle algunas fotografías.
Pero el cambio va mucho más allá de un edificio emblemático: su resultado es una ciudad reinventada a sí misma. Empezando por el metro, donde Sir Norman Foster combinó arquitectura e ingeniería de forma magistral. Tanto es así que, de forma simpática, se denomina “Fosteritos” a las entradas del metro.
También sorprende la creatividad de Philippe Starck en La Alhóndiga, un antiguo almacén de vinos hoy convertido en centro multicultural.
Entre estas obras de autor se destacan además la torre Iberdrola, de César Pelli –la más alta de Euskadi–, y las torres Isozaki.
A poco de andar, no hay que dejar de cruzar el puente de Santiago Calatrava, el Zubizuri. A él se debe también la terminal del aeropuerto, La Paloma, que rememora a un ave emprendiendo el vuelo.
Otra posibilidad para el visitante es relajarse en un agradable entorno verde rodeado de diseño: la Avenida de Abandoibarra, un animado espacio donde turistas y locales comparten momentos de puro goce.
Y aprovechar para visitar el Museo de Bellas Artes, con obras de El Greco, Sorolla, Gauguin y Zurbarán, entre otros.
En El Ensanche, en tanto, será posible comprobar cómo las construcciones más vanguardistas conviven con la elegancia de los edificios erigidos por la nueva burguesía: la modernista Estación de la Concordia, el Palacio de la Diputación en la Gran Vía, el bello Café Iruña; junto a los Jardines de Albia o el Teatro Campos Elíseos, entre otros. Por Abando, Gran Vía, Indautxu y el Casco Viejo, además, será posible disfrutar del moderno comercio bilbaíno con fama de elegante, de calidad y salpicado de firmas de nivel internacional.
DONOSTIA/SAN SEBASTIÁN: UN INCOMPARABLE MARCO EMBELLECIDO POR EL MAR.
Con solo llegar a Donostia/San Sebastián, la playa de La Concha nos da la bienvenida, y nos invita a un gran baño de sol y agua, o a un agradable paseo por sus orillas, incluso en invierno. En este preciso lugar se recomienda un paseo desde los jardines de Alderdi Eder hasta El Peine del Viento, conjunto de obras de Chillida y Peña Ganchegui, dejando a un lado la playa de Ondarreta. Ese primer flechazo desplegará el paraíso que envuelve a la bahía: los montes Igueldo, Urgull y Ulía; y la isla de Santa Clara.
Al otro lado de la ciudad el visitante se encontrará con el río Urumea y sus puentes, y la playa de Zurriola, con sus potentes olas.
En esta playa urbana, a escasos metros del centro, las actividades acuáticas gozan de gran aceptación, lo que propicia que sea escenario de prácticas habituales de surf y body-board.
En otros ámbitos, el visitante tendrá a su alcance una ciudad que ofrece numerosas actividades de todo tipo. Así descubrirá que Donostia/San Sebastián es una ciudad óptima para el relax y el bienestar ya que, entre las múltiples opciones que atraen a los turistas, se destacan los masajes y las sesiones de talasoterapia, o los paseos por el romántico centro.
ESCENARIO DE MÚLTIPLES PROPUESTAS.
En un recorrido por San Sebastián, quien la visita no puede perderse una caminata por un impactante circuito: el que va desde El Peine del Viento hasta Sagües, por el Paseo Nuevo, o por los márgenes del río Urumea.
Donostia/San Sebastián también es perfecta para disfrutarla en bici. Los “bidegorris” (carriles-bici) conducen a cualquier punto de la ciudad.
Si el turista elige pasear por el Urumea, verá puentes como el de Zurriola, el más próximo a la desembocadura, que se enmarca junto al Palacio de Congresos Kursaal, y conecta a Gros y el centro de la urbe.
Destacan además el puente de María Cristina –por su aspecto monumental–, y el Mundaiz –por ser el primero construido sin apoyos–. El último: el de Lehendakari Agirre. También es posible optar por una excursión a Monte Igueldo, a bordo de un mágico funicular. Y para tener una de las vistas más espectaculares de la ciudad, es recomendable El Peine del Viento, conjunto de esculturas de Eduardo Chillida; y el litoral. Monte Urgull, con su castillo, es otra interesante opción.
LA ENCANTADORA PLAYA DE LA CONCHA
Una vez más, a principios de este año, la playa de La Concha, en San Sebastián, fue elegida como la mejor playa de Europa y la sexta del mundo por un exigente público: los usuarios de TripAdvisor.
Razones no les faltan: en primer lugar, es la playa más céntrica de la ciudad, ya que comienza desde el Ayuntamiento y se extiende hasta el llamado Pico del Loro, abarcando 1,5 km. de arena prístina y una bahía desde la que es posible observar el urbanismo clásico y romántico de San Sebastián.
Por otra parte, ostenta rasgos arquitectónicos únicos. Uno de ellos es su barandilla; así como sus farolas –íconos del Festival de Cine de San Sebastián–. Asimismo, desde la playa es posible observar edificios históricos únicos, entre los que se destacan el Hotel de Londres, el Palacio Miramar o el balneario de La Perla, este último construido para dar servicio a la aristocracia que acudía a veranear a principios del siglo XX a la ciudad siguiendo a la reina María Cristina.
Por último, un párrafo aparte merece la isla de Santa Clara. Se trata de un pequeño islote en medio de la bahía que se puede visitar, de modo de disfrutar de su pequeña playa, o pasear alrededor del edificio del faro, así como tomar un café en el único bar de la playa y bañarse en su piscina natural de agua salada.
UN CIELO POBLADO DE ESTRELLAS…
MICHELIN Donostia/San Sebastián y su entorno rebosan de estrellas que, año tras año, son otorgadas por la influyente Guía Michelin a los mejores cocineros y cocineras de todo el planeta. Así, Martín Berasategui, Juan Mari Arzak, Pedro Subijana o Andoni Luis Aduriz, junto a sus colegas de otras localidades, han hecho de la cocina donostiarra –y de la vasca en general– uno de los principales atractivos turísticos de Euskadi. Pero esas estrellas culinarias también las ostentan, de otra forma, cada uno de los bares, restaurantes, sidrerías y asadores que existen en la capital y su entorno. La calidad gastronómica es absoluta: sólo es necesario tener en claro qué nos apetece. Al preguntar, inmediatamente tendremos varias sugerencias para comer, según la especialidad de cada local. Aunque decirlo es fácil, ¡hay que atreverse con todo! Las puertas de un buen restaurante impecablemente atendido están abiertas en cualquier rincón.
Cuando el visitante se acerque al campo, comprobará que el carácter y las tradiciones del pueblo vasco se mantienen inalterables. Esa capacidad de mantener todos los matices de su identidad es lo que hace atractivo al mundo rural. Es realmente encantador conocer cómo es realmente la vida en este entorno. Para ello, en Euskadi existen numerosos hoteles y casas rurales que acercan a la esencia de este pueblo. Aquí, lo auténtico se expresa en toda su dimensión. Pero si lo que se desea es profundizar en las actividades típicas de campo, nada como centrar la estadía en un caserío, compartiendo unos días con una familia vasca. La propuesta tiene el atractivo de estar en contacto con una naturaleza que estimulará todos los sentidos del turista, participando de lo que es el día a día: producción de queso, elaboración de sidra, miel, mermelada, ordeñe de vacas.amiliarizarse con sus costumbres, degustar la gastronomía popular, especialmente la relacionada con la zona elegida, aprender palabras en euskera... en resumen, el visitante se transformará en una persona más de la familia. Complementariamente, es posible combinar la estadía en coincidencia con alguna de las fiestas, mercados o celebraciones populares que ocurren a lo largo del año en ese entorno.
TIPS PARA EL VIAJERO
País Vasco: www.turismo.euskadi.eus/es/
Bilbao: www.bilbaoturismo.net
San Sebastián: www.sansebastianturismo.com
Temas relacionados