“Algún día esta horrible guerra habrá terminado, algún día volveremos a ser personas y no solamente judíos.”
Un recorrido por la casa de Ana Frank
Ana Frank, 11 de abril de 1944.
Durante mis viajes tuve la oportunidad de visitar varios sitios vinculados a las guerras mundiales y otros conflictos bélicos. Pero pocos me quitaron el aliento como la casa de Ana Frank. Sucede que se trata de un lugar muy particular; fue allí mismo donde ella se ocultó junto a su familia durante el régimen nazi, y donde escribió su famoso diario, que luego fuera publicado y leído en todo el mundo.
Ubicada en Prinsengracht 263, Ámsterdam, en 1960 este “escondite” se convirtió en un museo que atesora los manuscritos, cartas, fotografías, material multimedia y objetos originales que ilustran los acontecimientos de aquellos penosos años.
MARCO HISTÓRICO.
Ana Frank nació el 12 de junio de 1929 en Fráncfort del Meno, Alemania, y estuvo entre los millones de víctimas de la persecución a los judíos durante la Segunda Guerra Mundial.
En 1933, al llegar Hitler al poder e instaurar su régimen, Ana se trasladó junto a su familia a Ámsterdam. Pero en mayo de 1940 el ejército alemán ocupó Holanda, por lo que el 6 de julio de 1942 se vieron obligados a pasar a la clandestinidad en el mencionado edificio de Prinsengracht 263, donde Otto Frank, su padre, tenía una empresa. Más tarde se sumarían al refugio Hermann y Auguste van Pels, su hijo Peter y Fritz Pfeffer.
La propiedad constaba de dos partes: la casa de adelante y la casa de atrás, en cuyas plantas superiores permanecieron los “escondidos”, hasta que los nazis los detuvieron y trasladaron a campos de exterminio, tras una denuncia anónima.
Sólo Otto sobrevivió. Ana falleció a causa del tifus, en el campo de concentración de Bergen-Belsen, en marzo de 1945.
LA VISITA.
Durante la visita al museo se recorren ambas casas: la de adelante, donde estaban el almacén, las oficinas y el depósito; y la de atrás, que permanece vacía a petición de Otto Frank, a la que se ingresa a través de una estantería giratoria ubicada en el descanso y fabricada especialmente para ocultar el acceso al escondite.
Los visitantes pueden recorrer las oscuras habitaciones que ocupaban los Frank, los Van Pels y la que Ana compartía con Fritz Pfeffer, además del cuarto de aseo.
Como tantas otras niñas, para alegrar su habitación Ana pegó toda clase de imágenes en las paredes; al principio le gustaban las estrellas de cine, y más tarde se interesó por el arte y la historia.
El itinerario dentro del museo es fijo y continúa a través de una pasarela que conduce nuevamente a la casa de adelante, donde hay una sala de exposiciones y del holocausto, las dedicadas a Otto Frank y el diario (ver recuadro), una cafetería con vista hacia el canal Prinsengracht y una tienda.
EL DIARIO Al cumplir 13 años, los padres de Ana le obsequiaron un diario, el cual se llevó consigo cuando fueron obligados a esconderse. En la Sala del diario del museo puede verse el diario original de tapa cuadriculada en rojo y blanco, además de algunas de las 215 hojas sueltas de su versión reescrita, el libro en el que recopiló citas que le gustaron y el de cuentos con historias cortas escritas por ella.