Del otro lado del Río de la Plata emergen las costas de un país pequeño y encantador. Un edén olvidado que cuando el invierno se acerca y el frío comienza a apretar luce bien distinto al de las postales estivales y propone al viajero diferentes alternativas para paliar las bajas temperaturas.
En esta oportunidad Uruguay presenta cuatro destinos donde es posible vivir experiencias de turismo aventura en las afueras de Piriápolis, acariciar aceras en la citadina Montevideo, contemplar el mar en las costas de Rocha o rendirse ante la sofisticación y el lujo de la Saint-Tropez sudamericana, la siempre vigente Punta del Este.
MONTEVIDEO PUERTAS ADENTRO.
Para aquel viajero urbano que ya se llenó la vista y el espíritu con el entrañable panorama que regala la rambla montevideana o paseó por ese enorme pulmón verde que es el Parque Rodó –localizado entre los barrios de Palermo y Pocitos, el invierno puede ser el momento ideal para descubrir los secretos que la urbe depara puertas adentro de sus principales atractivos.
El recorrido puede comenzar por el tradicional Mercado del Puerto, emplazado dentro del área fundacional conocida como “la Ciudad Vieja”. Allí los sábados al mediodía se vive un clima de total algarabía ya que las parrillas, que convirtieron el viejo mercado de comestibles en una de las plazas gastronómicas emblemáticas de la ciudad, se llenan de música en vivo y de variopintos personajes que hacen las delicias de turistas y locales, al tiempo que disfrutan de un jugoso asado a la leña o brindan con un “medio y medio”, el tradicional trago refrescante elaborado con media copa de vino blanco seco y media de champán.
Luego de tamaño banquete y con la excusa de alivianar el estómago se puede tomar la peatonal Pérez Castellanos y luego la Sarandí para llegar hasta el Museo Torres García. Sus instalaciones conservan un importante acervo tanto artístico como documental de la obra de Joaquín Torres García, que constituye un referente de la identidad y cultura uruguaya.
Torres García fue pintor, maestro de arte y el creador de una doctrina estética filosófica conocida como el “Universo Constructivo”. Durante los años 30 realizó una intensa labor artística y didáctica en Montevideo, y forjó “La Escuela del Sur”, uno de los más consistentes movimientos artísticos del siglo XX.
El inmueble cuenta con siete plantas destinadas a diversas actividades culturales.
Muy cerca de allí, atravesando la histórica Puerta de la Ciudadela, que aún se conserva en la plaza Independencia, es preciso acercarse al Teatro Solís.El Solís es la sala lírica más importante del país y fue inaugurado en 1856 con la obra Ernani de Verdi. El teatro atravesó diferentes refacciones con el correr de los años y actualmente ofrece visitas guiadas interactivas, con actores personificados, de martes a sábados en distintos horarios e idiomas (español, inglés y portugués). Está ubicado en Reconquista y Bartolomé Mitre.
Una excelente propuesta para despedir una fría tarde de invierno es el ascenso al mirador de la Torre de las Comunicaciones. Se trata de un edificio que mide más de 150 m. de altura y consta de 35 plantas. En el piso 26 existe un mirador público que regala una de las mejores vistas de la bahía de Montevideo. El acceso durante la tarde se realiza lunes, miércoles y viernes. Guatemala 1075.
PIRIAPOLIS: MISTICA Y NATURAL.
Como complemento del paseo capitalino, a sólo 100 km. de Montevideo, el viajero dispuesto a aventurarse en territorio charrúa debe apuntar su brújula hacia Piriápolis.
Allí, en las tierras del visionario Francisco Piria, los espíritus más inquietos encontrarán un destino que propone un sinfín de aventuras como el ascenso a varios cerros que rodean la zona balnearia y le otorgan una fisonomía de particular belleza.
El denominado “cerro San Antonio” -su nombre oficial es cerro del Inglés- es el más característico de la zona, ya que no solo es el más próximo a la ciudad sino que en buena parte de su faldeo se encuentran construidas notables edificaciones como la capilla homónima. El San Antonio tiene 135 m. de altura, es posible llegar a su cima caminando, en auto o en medios de elevación (aerosillas) que parten desde la zona del puerto.
Otro punto de interés en el cerro es la Virgen Stella Maris (que se encuentra a mitad de camino hacia la cima). Desde lo alto se pueden captar incomparables vistas del balneario, siendo muy recomendable ascender al atardecer para vivenciar increíbles puestas de sol.
Algo más alejado, e inconfundible por sus paredes de piedra y la cruz de 35 m de altura que se encuentra en su cima, el cerro Pan de Azúcar se hace visible desde casi todos los rincones de Piriápolis. Sus más de 380 m. de altura pueden ser recorridos a pie por senderos flanqueado por bosques y piedras, con adecuada señalización. Una vez arriba, también es posible ingresar por una escalera en caracol hasta los brazos de la cruz. La base del cerro alberga una de las reservas de fauna y flora autóctona más importantes de Uruguay.
Otra de las aristas que Piriápolis le ofrece al viajero es su costado místico relacionado íntimamente con la historia de Francisco Piria, su fundador.
Como entendido en el arte de la alquimia, Piria diseñó la organización de “la ciudad balnearia del porvenir” como denominó a Piriápolis, imprimiéndole un carácter mágico y simbólico a través de su arquitectura y ornamentación, tanto pública como privada.
Una caminata por la señorial rambla ofrece al viajero atento un compendio de simbología en las pilastras que la adornan. Al cruzarla se observa el portal de ingreso al Argentino Hotel, uno de los más suntuosos de América del Sur, al momento de su inauguración en 1930. Basta con decir que todo su equipamiento fue calculado hasta el año 2000, teniendo en cuenta roturas y robos. El hotel ofrece visitas guiadas para interpretar su historia y conocer sus instalaciones.
Saliendo del edificio y retornando hacia Montevideo por la ruta 37 se accede al Castillo de Piria, inaugurado en 1897. Allí, desde 1979 se organizan recorridos para interiorizarse acerca de las primeras épocas del “balneario del porvenir”. El inmueble, que fue la residencia del fundador, permite apreciar objetos y vestimentas de la época y de este modo adentrarse en una atmósfera misteriosa.
Retomando la ruta hacia el mar el circuito se completa con la visita a la iglesia de Piria. La imponente construcción, que nunca llegó a terminarse, alberga leyendas de todo tipo.
CABO POLONIO: UN LUGAR EN EL MUNDO.
Difícil tarea para esta cronista escribir acerca de aquella porción de paraíso localizada en el Km. 264 de la ruta 10, en el departamento de Rocha.
Ese peñón de arena, pasto y rocas, de difícil acceso (hay servicios de jeeps o vehículos todo terreno que ingresan a través del camino que parte desde la ruta); donde el agua potable escasea y la iluminación es a base de velas se ha convertido en “el lugar” en el cual algunos viajeros hemos pasado los días más increíbles de nuestras vacaciones.
Es inevitable. “El cabo”, como lo llamamos cariñosamente, de alguna manera modifica a cada uno de sus visitantes, y una vez transcurridas las horas diurnas, ideales para realizar caminatas por las playas o aceptar con hidalguía el desafío de llegarse a pie hasta la vecina población de Valizas costeando el mar y atravesando las dunas movedizas que fueron declaradas Monumento Natural hace casi 45 años; es preciso regresar al pueblo para hacerse de las provisiones necesarias y procurar alojamiento en las pequeñas posadas.
Asimismo, el viajero puede optar por alquilar algunas de las pintorescas casitas que, dispuestas de manera irregular y desordenada, son el refugio perfecto para pasar la noche en el Polonio.
Pescados, mariscos y otras delicias constituyen la base del menú en los acogedores restaurantes que permanecen abiertos todos el año. Ahora bien, el regreso al alojamiento encierra sus secretos; ya que la única luz que podrá indicar el camino es la del faro. Ese haz lumínico que gira cada 12 segundos desde 1880 para servir de guía a los navíos.
En los últimos años, el faro ha logrado cierta notoriedad a través de la canción “12 segundos de oscuridad”, del músico uruguayo, Jorge Drexler. El viajero puede visitarlo y ascender sus 26 metros para obtener una imagen panorámica de Cabo Polonio. Si además tiene la misma suerte que quien suscribe, al caer la tarde cuando el último rayito de sol entre en el inmenso mar, el farero lo invitará a encenderlo y esa noche usted habrá iluminado el Cabo. Pero ésa, ya será su propia historia.
GLAMOUR Y SOFISTICACION RIOPLATENSE.
Qué podríamos agregar acerca de Punta del Este, uno de los destinos turísticos consagrados de Uruguay y de toda Sudamérica.
Hablar de la belleza de sus playas sería una redundancia, profundizar acerca de sus veranos faranduleros poblados de modelos, empresarios y artistas en busca de un poco de glamour estival también es historia conocida.
Pero acaso comentar que hay una Punta del Este distinta, donde es posible disfrutar de la naturaleza, de las estancias turísticas, de los paseos ecológicos, de los deportes al aire libre, del silencio de sus noches y de su maravillosa arquitectura, eso sí es noticia.
Por eso, en este apretado resumen se sugieren algunas ideas que no pierden vigencia cuando muere el verano.
La visita al puerto de la ciudad es un clásico permanente con su paseo peatonal, los miradores, bancos y una extensa pasarela de madera elevada sobre las dunas, que sirve de acceso a la playa. Por otra parte, la propuesta gastronómica de la zona se complementa con la oferta general de la ciudad que reúne en amenos establecimientos cocina especializada de todo el mundo.
Asimismo, durante el otoño e invierno la ciudad se muestra calma, con un patrimonio histórico para admirar, como la iglesia de La Candelaria y el casco histórico de Maldonado. Es entonces cuando la ciudad descansa y sus visitantes también, sin desatender una interesante agenda cultural y conciertos de artistas de primer nivel que llegan durante todo el año a los grandes centros hoteleros de la ciudad. Bares, confiterías y centros comerciales abiertos hasta la madrugada completan la oferta durante las noches esteñas.
Por otra parte, entre julio y noviembre, a pocos metros, de la costa de Punta del Este es posible disfrutar del avistaje de la ballena franca austral que todos los años sorprende con sus migraciones a estas latitudes; así como también observar las mayores poblaciones de lobos y de elefantes marinos del mundo y una gran variedad de aves.
Antes de dar por finalizada la estancia en el este, es imperdible una visita a Casapueblo, en Punta Ballena, a solo 13 km. de Punta del Este. Se trata de la antigua casa de veraneo del polifacético artista uruguayo Carlos Páez Vilaró, actualmente reconvertida en un complejo que alberga restaurantes, un hotel, museo y galerías de arte. En las terrazas de Casapueblo todas las tardes tanto huéspedes como visitantes intentan conseguir la mejor ubicación para presenciar un espectáculo que no requiere de marquesinas: una de las mejores puestas de sol que los viajeros hayan apreciado en sus vidas.
Uruguay todo terreno
El invierno en Uruguay tiene sus peculiaridades, por ello hemos elaborado cuatro itinerarios para viajeros urbanos, aventureros o aquellos que quieran conjugar ambas propuestas.
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