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Cataratas del Iguazú

Zoom y retrospectiva: un acercamiento a las Cataratas del Iguazú

Dos días en las Cataratas del Iguazú pueden convertirse en una experiencia extraordinaria. Recorramos este destino mágico de la provincia argentina de Misiones.

Recuerdo de ese viaje la primera sensación de insignificancia cósmica cuando me paré en el balcón de la Garganta del Diablo y vivencié el miedo, la angustia, el asombro y un sofocón, todo en un segundo eterno.

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Quince años después volví a ese lugar maravilloso de la provincia argentina de Misiones, y si bien muchas cosas cambiaron durante ese tiempo de mi vida, la sensación frente a las Cataratas del Iguazú fue la misma.

Por aquellas épocas de escuela primaria había aparecido un simpático libro, “Zoom” era su nombre y desde la primera hasta la última página proponía un viaje de acercamiento hacia algo que al principio era insignificante y al final gigantesco.

Si existiera la posibilidad de abstraerme de mí, ubicarme a una distancia considerable y observarme desde lejos, diría que fui protagonista de un zoom, un viaje en perspectiva que me hizo descender desde el cielo hasta el corazón de las Cataratas del Iguazú.

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Parque Nacional Iguazú. Salto del circuito superior de las Cataratas del Iguazú, emblema del turismo en la provincia de Misiones, Argentina.

Parque Nacional Iguazú. Salto del circuito superior de las Cataratas del Iguazú, emblema del turismo en la provincia de Misiones, Argentina.

El sobrevuelo de las Cataratas del Iguazú: plano general.

El vuelo es el 2728 de Austral. Estoy sentado en el asiento 12 E, muy cerca de la ventanilla. El avión parte a horario desde el Aeroparque Jorge Newbery, en la capital argentina, y llegará 1 hora 40 minutos más tarde al Aeropuerto Internacional de Iguazú, en Misiones.

Antes del aterrizaje: “Señores pasajeros, si miran por la ventanilla pueden empezar a divisar el Parque Nacional Iguazú… nos autorizaron a realizar un sobrevuelo por las Cataratas del Iguazú, así que disfrútenlo”, propone el comandante.

Estamos a 1.200 m. de altura y abajo se adivina uno de los contrastes más maravillosos. Un río marrón serpentea caprichoso entre dos grandes porciones de selva hasta caer hecho espuma en una falla abrupta del terreno, un escalón para gigantes que nosotros llamamos Cataratas del Iguazú.

Ahora el avión de Austral se convierte en una especie de excursión con “vista panorámica” incluida en el valor del ticket y dibuja un círculo por encima de este icónico destino turístico de Argentina y el mundo.

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Balcón de Garganta del Diablo: primer plano.

El comienzo de la pasarela que me depositará en la majestuosa Garganta del Diablo no es muy prometedor. Son 1.000 m. por encima de un río que se va desmenuzando en su curso, por acción de una serie de islotes irregulares.

Al principio, un murmullo lejano. Unos cuantos metros más adelante el sonido gana protagonismo, y por fin el estruendo. A pocos pasos del balcón de Garganta del Diablo hay dos opciones: gritar si uno quiere entenderse con los de la misma especie; o sólo mirar, oler, llenarse los pulmones, sentir y dejar para otros ámbitos el racionalismo de las palabras.

Estoy sobre una de las laderas del cañadón de 70 m. conocido como Garganta del Diablo. Se trata de la abrupta caída que encuentran casi 5.000 m³ de agua por segundo que están siendo arrastrados por el río Iguazú, desde su nacimiento en Sierra do Mar, Brasil, hasta su desembocadura que nutre al río Paraná, 1.230 km. más al sur, ya en Argentina.

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Circuito inferior del Parque Nacional Iguazú, Argentina, (vista desde el circuito superior), desde donde se pueden apreciar las mejores caídas de agua de las Cataratas del Iguazú.

Circuito inferior del Parque Nacional Iguazú, Argentina, (vista desde el circuito superior), desde donde se pueden apreciar las mejores caídas de agua de las Cataratas del Iguazú.

Salto San Martín: telón y después.

Algunos van a recordar. La película se llamó “El último gran héroe”, fue un exponente de la sátira del cine de acción de los ‘90 y jugó con la fantasía de muchos, ya que el protagonista, a través de un ticket fantástico, accede al otro lado de la pantalla.

En las Cataratas del Iguazú venden ese ticket. Se llama excursión Gran Aventura. La diferencia es que el telón en este caso está formado por las cortinas de agua que se desvanecen de los saltos San Martín y Tres mosqueteros. Y todo, aunque por momentos no lo parezca, es real.

La excursión comienza en la central operativa de Iguazú Jungle Explorer. Desde allí emprendemos una aventura en 4x4 por los senderos de la selva misionera argentina.

En puerto Macuco está anclada la lancha que nos llevará hasta el pie del salto San Martín, uno de los más grandes de la cadena de 275 que constituyen las Cataratas del Iguazú.

Al principio navegamos un río más bien manso. Pero a medida que nos acercamos, los relinchos del agua insinúan la cercanía hacia algo inusual, esas cosas de las que pocas veces en la vida somos testigos. Y ahora el coordinador del viaje pide que guardemos cámaras de fotos, celulares y otros dispositivos tecnológicos.

La lancha ya está galopando al ritmo del corcoveo del Iguazú y cuanto más se acerca a la cortina de agua del salto San Martín, más va y viene, se inclina a la derecha, luego a la izquierda y sola encuentra su equilibrio. Desde arriba el piloto acelera y desacelera al ritmo de las olas y, lento pero decidido, nos ubica debajo de la caída. Ahora es todo agua y mi posición es tan paralela al salto que apenas veo su descenso.

Estoy detrás del telón, en la última página de este zoom que no puede acercarse más a la realidad porque ya la trascendió.

Más información: web oficial de las Cataratas del Iguazú

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