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Cinco islas europeas para escaparse del frío

Para combinar con la clásica estadía cultural y los recorridos por las grandes capitales del Viejo Continente, aquí presentamos cinco islas europeas –y claro que hay muchas más, igualmente bellas e interesantes– que vale la pena conocer. Son Santorini, Hvar, Mallorca, Madeira y Cerdeña. 

La diferencia entre las islas europeas y otras del mundo es que las primeras ofrecen un complemento a las playas. Así, muchas atesoran montañas y senderos entre bosques, acantilados que se proyectan sobre el mar y brindan increíbles panorámicas, enclaves por demás pintorescos, y huellas del pasado.

Aquí algunas propuestas sólo para comenzar y para inspirar.

SANTORINI, GRECIA.

Si hablamos de islas, seguramente pensaremos en Grecia: el país que constituye un museo a cielo abierto, ostenta también unos 6.000 territorios recostados tanto sobre el mar Egeo como el Jónico. De ellas sólo 227 están habitadas y unas tantas desarrolladas turísticamente. ¿Cuál elegir para escapar del frío austral? Hay varias, una nómina posible es Creta, Rodas, Mykonos, Zakynthos, Corfú, Cefalonia y Naxos.

Sin embargo, hay una que concentra toda la atención. Se trata de Santorini, localizada en el extremo sur del archipiélago de las Cícladas, que nos regala la clásica postal de construcciones blancas y detalles azules, encaramadas sobre la montaña y mirando al mar. El paseo obligado, entonces, es trepar por sus callejuelas y descansar en sus terrazas para admirar las mejores vistas. En ese sentido, un ritual que no hay que pasar por alto es contemplar el atardecer, para lo cual es necesario salir de Fira, la capital, y llegar hasta Oia, el mejor lugar donde apreciar el espectáculo.

Otro sitio protagonista es la laguna flanqueada por acantilados, que en realidad se trata de una antigua caldera de origen volcánico. Los paseos hasta allí son recomendados al igual que la gastronomía, las galerías de arte y la agitada vida nocturna de la isla.

Por supuesto que las playas merecen una visita: Perissa y Kamari están delineadas por arenas oscuras; mientras que Red Beach es una de las más famosas.

HVAR, CROACIA.

Si bien posee muchas menos islas que Grecia, lo cierto es que en Croacia también los territorios ultramarinos son protagonistas. Korcula, Brac y Cres son algunas que se pueden visitar. El turismo náutico está desarrollado (hay ferries que operan diariamente), de manera que es posible combinar en un mismo viaje varias de ellas.

Frente a la costa dálmata, se encuentra la isla más larga del Adriático: Hvar. Salpicada por viñedos, olivares y lavanda, bosques y playas de gran belleza, este territorio fue ganándose su lugar entre los destinos más famosos.

Hoy cuenta con una importante infraestructura turística moderna que convive con tesoros arquitectónicos de otras épocas como la Catedral de San Esteban, el Convento de los Franciscanos y la Fortaleza Española.

Pero antes de pasear por su casco antiguo es menester relajarse en las playas. Llegar hasta ellas demanda recorrer caminos sinuosos, pero que obsequian excelentes panorámicas. Una de las imperdibles es Stari Grad, al norte, rodeada por restaurantes donde degustar platos a base de pescados y mariscos. También están Palmizana, Zecevo o Pakleni, un poco más alejadas, de aguas turquesas y paisajes únicos.

MALLORCA, ESPAÑA.

Debido a su geografía escarpada, Mallorca ofrece algo más que bellas playas. Claro primero hay que conocer sus costas: cuenta con 550 km. donde encontrar calas solitarias y también balnearios célebres con una importante infraestructura turística. Sus aguas claras son ideales para bañarse y practicar actividades náuticas como buceo, windsurf, pesca, vela o surf.

Además, la isla es morada del Parque Nacional Marítimo y Terrestre de Cabrera, un conjunto de islas e islotes ubicado a poco más de una hora de navegación.

¿Qué más se puede hacer? Lo ideal es alquilar un vehículo o tomar excursiones, ya que hay muchos itinerarios y senderos, tanto por el litoral como por el interior, perfectamente indicados. Los viajeros podrán recalar en pueblos como Deia, Pollença o Valldemossa, muy pintorescos y con historia.

Sin embargo, el centro cultural lo ocupa la capital, Palma de Mallorca, que destaca por su casco histórico y su divertido ocio nocturno.

Hay que saber que cerca del 40% del territorio está protegido, desplegando paisajes de singular belleza. Por ejemplo, la sierra de Tramuntana, al norte, posee picos que superan los 1.400 m.

El suelo de Mallorca guarda riquezas inigualables y que se traducen en cuevas. Las de Drach son muy conocidas: su particular iluminación y el lago Martel conforman un espectáculo único.

MADEIRA, PORTUGAL.

El archipiélago atlántico que pertenece a Portugal consta de dos islas principales habitadas: Madeira y Porto Santo; así como las Desiertas y las Salvajes.

Lo ideal es salir a recorrer: se pueden tomar excursiones en barco para disfrutar de varias playas, encontrar delfines, ballenas y lobos marinos, además de practicar deportes náuticos.

Las playas de Jardim do Mar, Fajã da Areia o de Porto da Cruz ofrecen excelentes condiciones para el surf.

Al interior del territorio, hay otros tantos atractivos: salir al encuentro de las levadas o pequeños canales construidos en los albores del siglo XVI. Cubren un trayecto de unos 3.000 km., incluyendo partes más nuevas, y sirven como guías para adentrarse en los bosques.

De hecho, Laurisilva es un bosque húmedo subtropical, declarado Patrimonio de la Humanidad, que vale la pena conocer.

Aquellos que buscan sensaciones más fuertes, podrán sobrevolar la isla en parapente o en aladelta, descubrir el interior de las montañas a través de la práctica de canyoning, escalar los picos más altos, abrazar una aventura todoterreno, sacar partido de la adrenalina de un jet-ski o, simplemente disfrutar de la sensación de libertad que ofrece el kitesurfing.

CERDEÑA, ITALIA.

Situada en el corazón del Mediterráneo, con un territorio principalmente montañoso, Cerdeña regala al visitante un ambiente natural único con espacios vírgenes.

Comenzando por el mar y la Costa Esmeralda, cuyo exponente más famoso es Porto Cervo. Porto Rotondo es también una localidad famosa, frente al golfo de Cugnana, con numerosas plazas y villas situadas en una magnífica naturaleza.

Como en la mayoría de los destinos, lo ideal es tomar una excursión para visitar otras islas. El Parque Nacional de la Maddalena es uno de los imperdibles, en especial para los amantes del buceo. Caprera podría ser otra alternativa. Allí entre los bosques se encuentra la casa-museo de Garibaldi. Por el estrecho de Bonifacio se llegará hasta la isla Budelli, que alberga la playa Rosa, la cual hace honor a su nombre.

Aquellos que prefieren las montañas, pueden explorar la región Gennargentu, el mayor grupo de cerros de Cerdeña, rica flora y fauna, con águilas reales y ciervos sardos.

Entre sus maravillas, Cerdeña ofrece al visitante los complejos nurágicos: son monumentos que sirven de testimonio de una cultura antigua y misteriosa, que va del siglo XV al VI a. de C.

Los nuraga, construidos con grandes bloques de piedra, se desarrollaron en torno a una torre central en forma de tronco de cono, que transmite solidez y potencia.

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