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Una semana en Montevideo

Hay ciudades que se identifican por su cadencia musical, donde su historia está entrelazada por ritmos que contribuyeron a configurar su personalidad y que en la actualidad sus habitantes le hacen honor en fiestas, calles y en sus propios hogares. Montevideo ingresa dentro de esa categoría: la capital uruguaya es ante todo candombe. Declarado Patrimonio Inmaterial de la Humanidad, este ritmo es único y originario de esta parte del mundo. Si afinamos el oído también podremos escuchar otras manifestaciones musicales como la murga y el tango. Por todo eso y por mucho más, la ciudad nos espera con los brazos abiertos sobre el Río de la Plata para explorarla durante una semana.

-Lunes. Comenzamos la visita con un paseo por la Ciudad Vieja que puede hacerse caminando o en bicicleta. La idea es descubrir la arquitectura colonial y republicana de esta parte de la urbe, que otrora estaba rodeada de murallas. El recorrido debería incluir el Museo Torres García, exponente del art decó y donde se conserva la obra del pintor uruguayo Joaquín Torres García. Seguimos por la plaza Matriz para contemplar los edificios que se levantan en las inmediaciones, como Plaza y Alamar, que datan de 1930; al igual que la Catedral Metropolitana; el Cabildo; y el edificio Artigas que responde al estilo art decó, que lo veremos repetirse en otras construcciones (Plaza Zabala, Hotel Don y Vignale).

Almorzamos en el Mercado del Puerto, el lugar ideal para degustar la comida típica uruguaya. Antaño mercado de comestibles desplegado bajo una estructura de hierro, hoy es una plaza de comidas de atmósfera heterogénea, donde abundan las parrillas con mesas en las veredas.

Para la tarde tenemos dos propuestas, ambos palacios: Taranco, sede del Museo de Artes Decorativas; y/o Salvo, morada del Museo de La Cumparsita. El primero es un edifico proyectado por los arquitectos franceses Charles Louis Girault y Jules Leon Chifflot (autores del Petit Palais y del Arco del Triunfo, en París, entre otras destacadas obras) como residencia familiar. El Palacio Salvo, en tanto, fue creado por el arquitecto italiano Mario Palanti. Llama la atención por su mezcla de estilos, con reminiscencias góticas y algunos toques neoclásicos.

-Martes. Hoy lo dedicaremos a descubrir “Montevideo fortificado”, de lo que fuera la capital en el período colonial. Los sitios más representativos son: el Centro Cultural Muralla Abierta, que conserva el tramo de muralla más extenso, de 60 m.; la Puerta de la Ciudadela, que contenía un portón levadizo, siendo hoy el resto arqueológico más antiguo; el baluarte de San Sebastián; y la plaza de la Contraescarpa, que alberga huellas de la contramuralla.

El recorrido se puede hacer a pie y demora unas tres horas. Almorzamos algo liviano en el centro antes de continuar la visita por el Teatro Solís, ubicado en Reconquista y Bartolomé Mitre, e inaugurado el 25 de agosto de 1856 con una representación de la ópera "Ernani" de Verdi. Sin embargo, esta sala lírica que es un ícono de la urbe fue remozada en varias oportunidades. Hoy puede visitarse de martes a domingos en varios horarios.

Cuando cae la noche podemos animarnos a unos pasos de tango en alguna milonga (hay varias esparcidas en la ciudad). Lo de Margot está abierta los martes. Si se quedó con las ganas de más, debe saber que los miércoles el Museo del Vino abre sus puertas para los milongueros. Los jueves, en tanto, la cita es en Ché Madam, donde además de bailar es posible conocer los platos uruguayos más típicos. Otra milonga de gran tradición es Vieja Viola que funciona en el Salón Ensueño los sábados.

-Miércoles. Para un paseo más relajado, la Rambla de Montevideo invita a sentarse un buen rato, mate en mano, para contemplar el mar. Luego podemos caminar o tomar la bicicleta para desandar una parte de los 30 km. que cubre la rambla. En playa Ramírez, la primera hacia el este, hacemos un alto para contemplar el Casino Hotel, la pista de patinaje, los graffities, y el Parque Rodó, con su rueda gigante y la montaña rusa. Allí es posible hacer un picnic al mediodía o continuar un poco más hasta llegar hasta otro balneario muy reconocido: Pocitos.

Otra alternativa es almorzar en La Pasiva, donde se sirve el clásico "chivito", un sándwich de carne vacuna cortada en finas lonjas acompañado por los más variados aderezos: lechuga, tomate, morrones asados, maíz, arvejas, berenjenas en escabeche, aros de cebolla frita, etc… Para beber, nada mejor que una Pilsen o una Norteña bien frías, las cervezas nacionales.

Por la tarde, podemos ir a pasear por la Av. 18 de Julio. Se trata de una arteria comercial pero con variedad de edificios históricos. Si estamos en Pocitos, entonces hay que darse una vuelta por el bar Tabaré (Zorilla de San Martín 152, esquina Tabaré), un boliche típico donde cantaron Carlos Gardel, Alfredo Zitarrosa y, mucho más cerca en el tiempo, Caetano Veloso y Café Tacuba.

-Jueves. Salimos de los límites más turísticos para llegar a los barrios. Para eso abordamos el bus turístico que circula por Aguada, Prado, Tres Cruces, Parque Batlle, Pocitos, Punta Carretas y Parque Rodó. Hacemos un alto en algún bar histórico, como Montevideo Sur, Unibar, Gran Sportman, La Giralda o Fun Fun, por nombrar algunos.

Por la tarde podemos visitar el Mercado Agrícola, la feria de la Plaza Matriz o, si estamos con niños, el Planetario o el Espacio Ciencia.

También es interesante hacer el circuito temático de Mario Benedetti, que incluye unos 50 sitios vinculados a su vida y su arte tan ligado a esta ciudad.

Y si de arte se trata, los interesados en el candombe, la murga y las Llamadas, pueden ahondar sobre su recorrido en el Barrio Sur y en el Teatro de Verano. La mejor época para comenzar a palpitar el carnaval es en los meses de diciembre a febrero.

-Viernes. Podemos salir a conocer los sitios de interés que se encuentran en los alrededores. Uno de ellos es el Parque Lecocq, situado a 19,5 km. del centro de la ciudad, que aloja a más de 500 animales.

De 60 ha. es un centro de ayuda para la conservación de la biodiversidad a nivel nacional e internacional. Ubicado en las márgenes del Río Santa Lucía, se presenta como Parque Ecológico, combinando zoológico, centro científico, museo y jardín botánico. En él funciona un centro de interpretación del Parque Natural Municipal Humedales del Río santa Lucía, que ofrece visitas guiadas.

Los humedales se caracterizan por ser los únicos de agua salobre de Sudamérica, los más extensos e importantes de Uruguay y por contener un alto grado de Biodiversidad. Paseos en bote entre pequeños canales y playas, recorridos en jeep por el monte criollo y también por el área productiva de más de 50 mil frutales, forman parte de las alternativas

Hay cuatro tramos navegables recomendados: San Ramón-Paso Pache, Paso Pache-Santa Lucía, Santa Lucía-Aguas Corrientes y Aguas-Corrientes-Parador Tajes.

En estos tramos es posible ubicar zonas de camping y pequeñas playas fluviales.

-Sábado. Si llegó hasta aquí, lo ideal es conocer otras zonas del país, aunque requieran un viaje más extenso y al menos una noche de estadía. Aquí les proponemos dos destinos, ambos a dos horas de viajes: Colonia y Punta del Este. El primero es perfecto para recorrer en dos jornadas tomando como imprescindibles el casco histórico, con reminiscencias portuguesas y españolas; el faro; las galerías de arte; y los restaurantes que se encuentran frente al Río de la Plata. Saliendo de la ciudad, la estructura del Real de San Carlos, un antiguo enclave militar español donde se conserva la iglesia de San Benito y la imponente estructura de la Plaza de Toros, de estilo mudéjar, también merecen una visita.

Punta del Este, en tanto, es una ciudad mucho más extendida con varias opciones para disfrutar, de manera que es recomendable quedarse al menos cuatro días para conocer las playas, la céntrica calle Gorlero, la escultura de “La mano”, los barrios como Beverly Hills y Rincón del Indio, el sector de La Barra y Punta Ballena, donde se levanta Casapueblo, otrora vivienda del artista Carlos Páez Vilaró.

-Domingo. De yapa, si no se fue de Montevideo, el plan es una visita a la Feria de Tristán Narvaja, un sitio colorido, único, donde es posible encontrar de todo: antigüedades, discos y libros usados, mascotas, plantas, alimentos, ropa y más, mucho más.

Los rubros suelen estar ubicados en determinadas zonas concretas de la feria, tal como ocurre especialmente con los libros usados, que aunque se pueden encontrar por toda la feria se concentran mayormente en la calle Paysandú.

Además de la calle Tristán Narvaja, hay puestos en las paralelas y perpendiculares.

Podemos cortar el día en algún bar como Paullier y Guaná, que está cerca de la feria. Nació a principios de siglo XX y con el tiempo devino en bar, frecuentado por grandes personalidades de la talla de Mario Benedetti, Juan Carlos Onetti, Alfredo Zitarrosa, Pepe Schiaffino y Luis Batlle.

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